24.2.16

E16: Tensión

Nación de Hidraltar. Astrid se encontraba dormida en mi hombro, la carroza seguía su curso hacia la capital y la luna comenzaba a levantarse. Abruptamente nos detuvimos, el guardia que estaba frente a nosotros se puso de pié y salió.
  • Bajen.
Ordenó Sanders aun montado en su caballo.
  • Mmh… ¿Qué pasa?
Preguntó Astrid todavía algo adormilada y frotándose un ojo con la manga.
  • No lo sé, pero será mejor que lo obedezcamos
  • Síganme
Ordenó el guardia que nos acompañaba. Lo seguimos hasta un pequeño muelle cercano en donde nos aguardaba un bote de madera de unos cinco metros de largo. Estaba atracado en un gran rió lleno de luciérnagas, eran miles de luces que danzaban en la oscuridad. No sabía que tenía aquella escena, pero me producía una cierta nostalgia.
  • Ahora seguirán por el río hasta llegar a la capital, atracaran directo en el castillo del alcalde. Más les vale no intentar algún truquito mientras no esté.
-       ¿Usted no nos acompaña comandante?
Pregunté con un tono algo sarcástico.
  • Para su suerte, no. Tengo algunos asuntos que atender, pero tranquilos el soldado Agni Kai les hará compañía en mi ausencia. Vigílelos bien.
  • Sí señor.
Su rostro mantenía una sonrisa burlesca constante. Nos hecho una mirada afilada y con su mano derecha en la cual portaba una enorme garra metálica, apuntó uno de sus filos a la barbilla de Astrid.
  • Se lo aseguro.
Repentinamente mi mano derecha ya estaba sobre aquella navaja que tenía por dedo, lo empuñaba con fuerza sin importarme su filo.

  • No la toques
Lo miré de forma retadora.
  • Haha ¿ah sí? Que harás al respecto.
Me respondió la mirada, sus ojos eran los de un loco. Era completamente diferente al guardia anterior, este sujeto no tenía reproche en ocultar el hecho de ser un cretino. El ambiente se puso tenso nuevamente, mi mano y su garra tambaleaban con el choque de nuestras fuerzas, de mi mano comenzó a escurrir un pequeño hilo de sangre, pero no me importaba, su mirada retadora me producía ira.
  • Ya basta…
Todavía montado en su caballo, Sanders apunto la punta de su espada a mi garganta.
  • Permíteme recordarte tu posición hombrecito. Más te vale no intentar nada heroico.
  • Hahaha.
  • Y usted soldado, no quiero que ocasione más problemas, sería una pena verme en la necesidad de destituirlo.
  • Aahhg…de acuerdo comandante.
Bajó su garra algo fastidiado. El sujeto parecía ansioso por iniciar un combate.
  • ¡El bote está listo comandante!
Exclamó el otro soldado haciendo una señal desde el timón.

E15: Rumbo

En los adentros de Foréstia. Los tres caballeros continuaron su trayecto hacia el pueblo más cercano, Brolaf cargaba en hombros a la anciana inconsciente mientras los otros dos discutían.
  • No lo entiendo Klyde, como fue que ese bandido logró realizar un hechizo, nunca antes había visto a uno hacer algo así.
  • No lo sé, pero estoy seguro que tendrá algo que ver con esto.
Sacó el frasco con el fluido negro y brillante y lo puso a la altura de su rostro. Entrecerró un poco los ojos y llevó su mano a la barbilla, como tratando de dilucidar de qué clase de elixir se trataba.
  • Aquel momento en el que nos atraparon, ¿sentiste esa energía?
  • Si, no era un hechizo normal, pude sentir claramente como absorbía mi fuerza.
  • Y eso no es todo…
Le pasó con cuidado el frasco del elixir negro.
  • ¿Sientes eso?
El caballero tomó el frasco y cerró los ojos unos momentos.
  • Claro, es la misma sensación.
  • Así es, debemos llegar cuanto antes a la capital, estoy seguro de que al sabio de Hidraltar le interesará echarle un ojo a esto.
  • ¿Y qué pasa si no lo encontramos?
Añadió el gordinflón mientras pasaban a lado de un manzano y cortaba uno de los frutos.
  • Mmh…
  • Sabes que no podemos confiar en ninguna autoridad de esa nación Klyde…
El líder se quedó pensando unos momentos.
  • Ahg, como sea, yo solo quiero llegar al pueblo y darme un buen baño.
Suspiró y cambió de tema mientras apoyaba sus manos en la nuca.
  • Supongo que habrá que guardar el secreto mientras tanto.
Así continuaron con su trayecto, luego de no ver nada más que maleza, divisaron un haz de luz a la distancia. Estaban por llegar a la salida de los espesos bosques de Foréstia.

E14: Fortuito

Una mañana en Dravia, hace cinco años.
  • Cof cof… rayos, el viento está levantando demasiada arena hoy.
La chica se cubría el sol del rostro con su mano mientras avanzaba por aquel mar de arena y polvo. De pronto a la distancia divisó un grupo de buitres girando en círculos por lo cielos. Pensó en ignorarlos, pero luego recapacitó.
  • Con esta tormenta no creo que vaya a llegar al pueblo, bah, en realidad  no podría avanzar ni un kilómetro más. Pero si regreso con las manos vacías el maestro Hopkins seguro que me pone a limpiar las letrinas.
Hizo un gesto de asco.
  • Carajo…
Cambió inmediatamente su rumbo, la tormenta de arena comenzaba a arreciar, ahora sus pies se hundían en la arena al caminar. Ella sabía a la perfección lo que un grupo de buitres significaba, era seguro que había un cadáver de algún incauto por allí, por lo general exploradores inexpertos terminaban perdidos en el desierto y cargados de cosas de valor, agua, alimentos e incluso joyas. Ya estaba a unos metros de la parvada de aves de rapiña, algunas de estas andaban ya por el suelo.
  • Veamos…
  • GGGGGGGGHHHHHHHHH!!
Le gruñeron un par de ellas, eran bastante grandes, metro y medio cada una y al extender sus alas se veían incluso más imponentes, sus picos eran peligrosamente afilados y tenían intención de pelear por su almuerzo.
  • Claro…no podía ser tan fácil
La mujer bajó la pañoleta que cubría su boca, juntó ambas manos en forma de aplauso y cerrando sus ojos murmuró.
  • Presión de viento
Se produjo un destello blanco de sus manos, y simultáneamente sopló con todas sus fuerzas.
  • AAGGGGGHHHH!!
Los pajarracos solo alcanzaron a dar un par de aletazos para cuando aquel soplido, se transformó en un tremendo ventarrón que arrasó con el grupo de aves como si de basurillas se tratase, y con ellas gran parte de la arena del lugar.
  • Cof cof cof… Detesto hacer eso en este sitio.
Tosió unas cuantas veces debido a la arena que había tragado. Al levantar la vista, se percató de que su soplido había dejado al descubierto lo que tanto buscaban aquellos pajarracos.
  • Bingo…
Se dijo para si con una sonrisa en el rostro. Allí estaba, el cuerpo de una persona que se encontraba a medio enterrar en la arena. Con rapidez se acercó a él para inspeccionarlo. Tenía que darse prisa, la tormenta arreciaba cada vez más, la visión se estaba tornando casi nula y la arena ahora la cubría hasta la cintura.
  • Más vale que tengas algo bueno… o si no creo qu…
No terminó su frase para cuando se dio cuenta. Era un chico de unos doce años, sus ropas no eran más que harapos sucios y no llevaba nada de valor consigo.
  • Carajo…
Suspiró y negó levemente con la cabeza.
  • Será mejor irme, Hopkins me matará.
Súbitamente, como si de un muerto viviente se tratase escuchó un leve gemido.
  • Aahhg…
  • ¡¿QUE DEMONIOS?! ¡¿ESTÁ VIVO?!
Sin pensarlo dos veces se apresuró a ayudarlo. Su rostro estaba completamente cubierto por la arena, solo sobresalía de esta, parte de su torso, sus brazos y pies descalzos.
  • ¡¡Deprisa Karin deprisa!!
Se puso de rodillas a su lado y con rapidez comenzó a quitarle la arena del rostro. No tardó mucho para cuando lo vio, era un jovencito de cabello largo y negro, tez pálida y bañado en sangre. La mujer se quitó el sombrero y el protector de sus ojos.
  • ¡¡E-Estarás bien…t-tranquilo!!
Sacó la cantimplora de agua y le roció un poco en el rostro, luego la acercó a su boca.
  • Bebe…
Fue Inútil, el jovencito estaba prácticamente muerto.
  • Oye, tienes que beber esto, ¿ME ESCUCHAS?…¡¡ OYE!!
La miró, entre el viento, la arena, el sol y el aturdimiento apenas logró apreciar la silueta del rostro de la mujer, balbuceó unas últimas palabras antes de cerrar lentamente sus ojos.
  • ¿L-Lily?
Su último atisbo de vida se desvanecía mientras la chica lo mantenía en brazos.
  • Carajo…
La tormenta los envolvió y desaparecieron en aquel mar de arena.

E13: Remembranza

A las afueras de Hidraltar. Estaba todo listo, Astrid tenía su equipaje en su mochila, consistía en una caja grande y larga de madera, algunos alimentos empacados y otra caja de madera más pequeña en mano, del tamaño de una caja de zapatos con agarradera, contenía diversos menjunjes y elixires de colores que su abuela había preparado. Mi equipaje consistía simplemente en dos cambios de ropa que, según Astrid, pertenecían a su padre, uno de ellos, el que llevaba puesto en ese momento, era una túnica azul marino de mangas largas, debajo tenía una camisa negra y un pantalón del mismo color con un cinturón de cuero que incluía algunos bolsillos de piel para guardar cosas, además portaba unos guantes de piel negros y aquel bolso con mis cosas que la señora Hamma me había entregado, no me había dado tiempo de revisar que contenía, pero era bastante pesado.
Seguimos a Sanders a la salida, afuera se encontraba su escolta, un par de soldados de armadura plateada, uno de ellos portaba un cinturón color azul y un sable corto enfundado, su cabello era castaño y largo parecía bastante joven. El otro portaba un cinturón rojo en su armadura y no parecía portar armas a excepción de un guante de metal con garras largas y afiladas que formaba parte de su armadura, era pelirrojo y parecía de la edad de su compañero.
  • Suban a la carroza.
Ordenó con voz imponente el comandante. Era una carroza de madera tirada por un caballo café. De inmediato el caballero pelirrojo lo montó de un salto, a su vez su compañero nos abrió la puerta para que subiéramos. Sanders por su parte montó a su caballo negro que valga decir, lucía bastante imponente con aquella armadura plateada.
  • ¡Tengan mucho cuidado muchachos! Y no se dejen intimidar por ese gorila y su par de monos.
Gritó la viejecilla mientras se despedía de nosotros agitando la mano.
  • ¡Adiós abuela! ¡Saludaré a papá de tu parteee!
Respondió Astrid mientras se despedí desde la ventana de la carroza. Se veía bastante feliz, como si hubiese añorado un viaje así desde hace mucho, el brillo de sus ojos la delataba.
  • HAIAA!
Exclamó el caballero pelirrojo dando un tirón a las correas del caballo, nos pusimos en marcha. Por la ventana podía ver como Sanders nos seguía de cerca sobre su montura, no me quitaba la mirada de encima, como si esperase que en cualquier momento fuese a escapar o a intentar algo peligroso. Astrid se encontraba sentada a mi lado y en el asiento frente a nosotros el caballero de cinturón azul.
  • ¿Cuánto nos tomará el viaje?
Le cuestioné con algo de cautela.
  • ¿Oh?.. mmm bueno…
Hizo un gesto de sorpresa, no se esperaba que un prisionero le fuese a preguntar algo, además seguramente era una pregunta obvia, pero en realidad yo no podía recordar siquiera los nombres de las naciones o pueblos, mucho menos distancias y tiempos de viaje entre estos.
  • Yo… n-no tengo autorización para hablar con usted…
Tartamudeó un poco en su respuesta.
  • Aproximadamente un día…
Me respondió Astrid con una sonrisa.
  • Bueno, eso depende si no nos encontramos con algún inconveniente.
  • ¿Inconveniente?
  • Si, verás, últimamente los alrededores de esta nación han estado plagados de bandidos, nadie sabe por qué pero se cree que se reúnen en Foréstia, desafortunadamente ese es un lugar peligroso, si no entras en sus bosques con un buen mapa y un extraordinario sentido de la ubicación puedes acabar perdiéndote.
  • Foréstia eh… me pregunto…
Al instante recordé aquellas visiones, ¿podría tratarse de los mismos bosques?
  • De no ser por ese gran escondite que tienen mi padre ya se hubiese encargado de ellos fácilmente.
  • ¿Tu padre?
  • Así es, él es comandante de la guardia Real de Hidraltar, división especial, se encarga de limpiar los alrededores de la nación de bandidos y ladrones.
  • Creí que odiabas a los caballeros de Hidraltar.
  • Solo a los de la guardia Nacional, como estos tipos.
Señaló con el pulgar hacia la ventana al comandante Sanders, el cual no me quitaba la mirada de encima.
  • Estos tipos se hacen llamar caballeros y van por allí abusando de los demás. En especial Sanders.
-       Así que ya lo conocías.
  • Por desgracia, ellos tuvieron una riña hace tiempo. Sanders quería el puesto de mi padre, pero no lo obtuvo. Mi padre fue ascendido a la guardia Real y Sanders fue asignado a la guardia nacional. Desde entonces la guardia nacional no es más que un montón de matones a los que no les importa nada más que sus estúpidos rangos.
-       Ya veo, ¿crees que nos encontremos con tu padre en la capital?
  • Eso espero, seguro que si lo encontramos él te puede echar una mano con todo este malentendido.
Me quedé pensativo unos momentos.
  • Tranquilo, estoy segura que todo saldrá bien.
  • ¿Cómo lo sabes? Es decir… ¿Cómo es que confías tanto en mí? Ni siquiera sabes quién soy.
Hice una pausa.
  • Ni siquiera yo sé quién soy.
  • No puedo explicarlo, solo lo sé.

E12: Elixir

En los adentros de Foréstia. El líder de los caballeros se dispuso a buscar entre aquel desastre que su compañero había dejado. Movía rocas y troncos en busca de los cuerpos de aquellos bandidos mientras Rohan desataba a la anciana que tenían secuestrada.
  • Oiga capi, ¿cómo cuánto nos faltará para llegar a la capital?
Preguntó el gordinflón mientras se sentaba y sacaba un emparedado que tenía guardado quien sabe dónde.
  • Si ayudaras en esto, en vez de estar almorzando seguro que sería más rápido
Le reprochó su compañero.
  • Como dos días a caballo.
Respondió el líder.
  • ¡¡¿DOS DÍAS?!! Y ni siquiera tenemos caballos, no pienso caminar más Klyde, venimos caminando desde las montañas de Astur.
  • Tranquilo, ¿recuerdas el pueblo de Foréstia que mencioné?, no está muy lejos de aquí, allí podremos descansar, tengo algunos conocidos allí, incluso nos podrían prestar un par de caballos. Además, debemos encontrar a un médico.
Replicó señalando con la mirada a la anciana inconsciente.
  • ¿Crees que te puedan prestar un par de pollos asados también?
Añadió con tono sarcástico el gordinflón, dándole el último bocado a su emparedado.
  • No tienes remedio…
Dijo Rohan llevándose la mano al rostro.
  • ¡Chicos, encontré uno!
Exclamó el líder mientras movía una enorme roca con ambas manos. Debajo estaba el cuerpo de uno de los bandidos, aquel que había utilizado mágia específicamente. No había duda, estaba muerto pues se encontraba en una posición completamente imposible, muchos de sus huesos debieron romperse con el impacto de aquella avalancha. De su cinturón colgaban cuatro pequeñas botellas rotas, estaban vacías, a excepción de una que había aguantado los impactos y solo se encontraba un poco cuarteada.
  • Mmh… ¿Que tenemos aquí?
El caballero se inclinó y apoyó una rodilla en el suelo mientras inspeccionaba el cuerpo, tomó la botella con cuidado, contenía una especia de fluido negro y espeso que se iluminaba con destellos rojos aleatoriamente.

E11: Arenera

Una mañana en Dravia, hace cinco años. El sol resplandecía con incandescencia, una mujer de unos treinta años caminaba por las áridas llanuras de Dravia, hacia un viento a tomar en cuenta y el polvo se levantaba  como murallas cafés a la distancia. Las llanuras de Dravia se caracterizaban por tener climas fríos por las noches, y ser calcinantes desiertos a la luz del día. La mujer llevaba ropa adecuada para su travesía, consistía principalmente en telas ligeras de colores claros, blancos y beiges, un sombrero grande que tenía una tela en forma de velo cosida a su alrededor que impedía el paso los rayos solares, además llevaba una pañoleta café cubriendo su boca que fungía como filtro para las ventiscas cargadas de arena y polvo, sus ojos estaban protegidos también con algún tipo de cristal templado de color negro, llevaba en su espalda una especie de báculo atado y de su cinturón colgaban pequeñas bolsitas de piel y una cantimplora con agua.
  • Ahg… le dije al maestro Hopkins que no era buena idea salir por provisiones hoy, estaba claro que se aproximaba una tormenta de arena… ¿Pero acaso me escucha? Naaah… dejen que Karin haga todo el trabajo sucio no impooorta… blah blah blah.
Refunfuñaba mientras se esforzaba por subir una enorme duna de arena. Al llegar a la cima se quitó su sombrero y sacó de el un pequeño trozo de papel.
  • Mmmh veamos, el pueblo más cercano debería estar...al norte, bien.
Su cabello era largo y plateado y en su frente llevaba una especie de tatuaje, una insignia verde con algunos símbolos en otro idioma. Guardó el papel una vez más en su sombrero y lo puso de regreso en su cabeza. Sacó una pequeña brújula de una de las bolsitas que colgaban de su cinturón y apuntándola hacia el norte se dispuso a continuar su trayecto.
  • Karin has esto, Karin has lo otro… si me pagaran cada vez que me manda a hacer algo ya hubiese sacado a esta nación de la miseria… blah blah blah.
Continuó refunfuñando mientras caminaba.

E10: Partida

En las afueras de Hidraltar. El comandante estaba a punto de desenfundar su espada.
  • ¡Alto!
Exclamé abriendo la puerta de mi habitación, no podía permitir que Astrid y la señora Hamma salieran heridas.
  • Tu que rayos haces levantado, estas muy herido no puedes estar de pié así, ¡te harás daño!
Inmediatamente puso mi brazo sobre su espalda como tratando de hacerme apoyo por si fuese a caer.
  • Tranquila, estoy bien, en realidad creo que hasta podría acompañar al comandante.
  • Ni hablar, yo misma vi tus heridas y se bien lo que te digo, debes permanecer en cama.
Levanté las vendas que cubrían mi abdomen, sorprendentemente ya no había nada, las heridas graves habían desaparecido, en su lugar quedaban unos cuantos arañazos ligeros.
  • Imposible…
Tocó mi abdomen con incredulidad.
  • ¡Abuelaaa!
  • ¿Ahora qué pasa?
  • Tienes que ver esto.
  • Vaya vaya, así que decidiste salir. Bien, me ahorraste el tiempo de arrasar con esta casucha.
Kris Sanders ya estaba irritado, si había algo que odiaba era que lo hicieran esperar. La señora Hamma vio a lo lejos que me encontraba de pié y rápidamente corrió para reprenderme. Pasó a lado del comandante.
  • ¡QUITESE!
Le dio un empujoncillo que no hizo el más mínimo efecto en el hombre, en realidad ella fue quien dio unos cuantos tumbos hasta llegar a donde me encontraba. Estaba a punto de darme un buen regaño cuando vio mi abdomen. Abrió sus ojos con sorpresa.
  • Oooooh...si no lo veo no lo creo.
  • Tú vienes conmigo.
Exclamó con autoridad Sanders, el no entendía el porqué de tanta sorpresa, pero su paciencia ya se estaba agotando. Molesto intentó tomarme de un brazo dispuesto a someterme con agresividad. A lo cual respondí sujetando su mano con fuerza. Dibujó un pequeño gesto de dolor en su rostro. Tenía más fuerza de la que yo creía.
  • Si voy, iré por mi propia voluntad. Pero dejen en paz a esta familia, ellas no tienen nada que ver en esto.
Le respondí con una mirada desafiante.
  • E-Estas seguro hijo, las heridas de tu abdomen sanaron, pero aún me preocupa ese golpe en la cabeza, y el hecho de que no recuerdes nada, puede ser peligroso salir así.
  • Mi abuela tiene razón deberías quedarte.
-       No, quizá esto me ayude a recordar algo, además, si me buscan a mí, deben saber algo acerca de quién soy. Iré con él.
  • HAH! Tu hubieses venido lo quisieres o no.
Agregó Sanders con un tono engreído.
  • Iré contigo.
Añadió Astrid.
  • No puedo dejarte ir solo, además si necesitas atención médica yo sé hacerlo. Mi abuela me ha enseñado. ¿No es así abuela?
  • No lo sé querida, podría ser peligroso.
  • Por favor abuela, para esto es que me has estado enseñando magia de curación ¿no? Además, si van a la capital de Hidraltar, puede que vea a papá…
La anciana lo pensó un momento, miró a los ojos a su nieta y sin poder resistirse a su ternura asintió.
  • Bueno. Si es lo que quieres, solo ten cuidado, este gorila de aquí no me da buena espina.
Apuntó con el pulgar la anciana al comandante.
  • ¡¿G-gorila?!
-       Está bien, nos vamos.
  • Traeré tus cosas.
  • Y yo les prepararé algunas hierbas y elixires para el viaje
Se apresuró a la puerta que dirigía al sótano.
  • ¡QUITESE!
Exclamó una vez más la viejecilla al pasar a lado del comandante. Sanders simplemente se cruzó de brazos sin quitarme la mirada de encima, me tenía bien vigilado, claramente era un sujeto que se tomaba su trabajo muy enserio.

E9: Pacto

Dravia, hace cinco años. Sollozaba mientras se secaba las lágrimas, el joven de no más de doce años bañado en sangre caminaba por las oscuras llanuras de Dravia saliendo del pueblo de donde se encontraba. Una mano en su rostro enmascarado y la otra sujetaba la cabeza de su víctima por el cabello, aun escurría y dejaba un rastro de sangre conforme avanzaba. Sus ropas eran prácticamente harapos y caminaba descalzo, era de tez pálida y cabello negro medianamente largo, una vez se alejó lo suficiente del pueblo se dejó caer de rodillas y soltó la cabeza cercenada en el suelo. Siguió llorando en esa posición mientras murmuraba.
  • Yo… lo maté. En verdad, maté a un hombre, e-era una vida humana, n-no puede ser. ¿Por qué yo?...
Titubeó un poco.
  • No…no, quizás estoy equivocado, no fui yo… Fue “eso”… Y qué más da, hice es justicia…no…
Hizo una pausa mientras levantaba la mirada y fijaba su vista en el cielo, por los orificios de su máscara brotaban lágrimas y sus ojos resplandecían como llamas incandescentes.
  • NOSOTROS HICIMOS JUSTICIA
Su voz resonó a la par de una segunda y profunda voz gutural mientras la luna contemplaba su agonía.

E8: Bandidos

En los adentros de Foréstia.
  • ¡¿C-cómo has neutralizado mi ataque?!
El caballero se detuvo a un metro de distancia y apuntó su espada hacia su oponente en el suelo.
  • Hacía tiempo que no usaba mi poder mágico, te felicito, quien diría que los bandidos tendrían entre sus fuerzas guerreros tan formidables. Es una pena que solo se dediquen a robar y asesinar a inocentes.
  • ¡¿P-poder mágico?! Entonces deben ser de la guardia nacional, dime, ¿son de Hidraltar?
  • ¡¿De Hidraltar dices?! No te atrevas a confundirnos con esos tipos, ninguno de ellos merece llamarse a sí mismo caballero, esos matones no se diferencian mucho de ustedes los bandidos.
  • Hehehe… Quizás tengas razón caballero.
Esbozó una riza burlesca.
  • Después de todo…Ustedes no son los únicos, QUE PUEDE HACER USO DE LA MAGIA!!!
Gritó con fuerza dándole una señal a alguien más. Un destello resplandeció desde la copa de un árbol detrás de ellos, se escuchó un zumbido y dos anillos de energía oscura salieron desde el follaje.
  •  ¡¿PERO QUÉ?!...
Uno de los anillos atrapó al paladín por la espalda, no lo podía creer, ¿un bandido que hacia magia?, eso era nuevo. El segundo anillo se dirigió en dirección a Rohan quien logró esquivarlo dando un salto, su velocidad y reflejos eran realmente asombrosos, pero la magia es impredecible, estando el en el aire, el anillo cambio abruptamente de dirección, esta vez con mayor velocidad envolviéndolo y haciéndolo caer estrepitosamente de espaldas al suelo.
  • ¡¡AAHHG!! ¡¡CARAJO!!
  • ¡¿Qué rayos es esto?!
Exclamó el paladín. De la copa de aquel árbol bajó un tercer bandido, sus manos apuntaban al frente y estaban iluminadas con una especie de energía oscura, era claro que él era quien manipulaba la magia que ahora los tenía atrapados. En ese momento el líder de los bandidos se puso de pié y desenfundó un pequeño cuchillo que ocultaba en su zapato.
  • Ahora… ustedes van a responder a nuestras preguntas.
En su cara ensangrentada dibujaba una sonrisa mientras clavaba ligeramente el cuchillo en la garganta del paladín, este a su vez hacia todo lo posible por liberarse de aquellas extrañas ataduras mágicas.
  • ¿Q-qué es lo que quieres saber?
Dijo el caballero, su tono se escuchaba un poco resignado, como si se hubiese dado cuenta que no podría liberarse.
  • Primero dime, ¿de dónde son?
El rufián entrecerró un poco los ojos mientras le cuestionaba.
  • Somos caballeros de la guardia real provenientes de Renvall
  • ¡¿La guardia real?!
Su cara denotaba una sorpresa increíble, y estaba claro por qué, la guardia real se conforma por caballeros de rango oro, son superiores a la guardia nacional en todo sentido y suelen ser escoltas de cancilleres, princesas o regentes, era muy extraño que un grupo de caballeros de la guardia real anduviera rondado por los bosques de Foréstia, incluso aun si no fueran caballeros de la guardia real, Renvall era una nación lejana, uno no cruzaría medio continente solo por diversión, no, esos caballeros debían tener una misión, y si eran de la guardia real, era seguro que habría un buen botín en juego.
  • Hahaha increíble, parece que capturamos un buen botín aquí. Ahora dime, ¿Hacia dónde se dirigen? ¿Están escoltando a alguien?
  • Eso no es de tu incumbencia
Exclamó el paladín extrañamente seguro de sí mismo. Le lanzó una mirada afilada y retadora al rufián.
  • ¡¡Oye oye!! ¡Parece que no entiendes en qué posición estás! Podría matarte en cualquier momento si quisiera, así que no te me pongas engreído.
  • Si me mataras sin sacarme toda la información que necesitas no obtendrías el gran botín que estás buscando. Todos los bandidos como ustedes son iguales, solo buscan rapiñar y robar a los demás.
  • ¡HAH! ¿Crees que no te mataría ahora mismo? ¿Sabes qué? No me interesa, suficiente recompensa será llevarle tu cabeza al jefe Dorcas, seguro que me asciende de rango, después de todo son de la guardia real, aunque a decir verdad están bastante sobrevalorados hahaha.
El paladín esbozó una pequeña sonrisa y murmuró.
  • Dorcas eh…
  • ¡¡¡¿QUÉ TANTO ESTAS MURMURANDO IDIOTA?!!!
El rufián se abalanzo sobre él con el cuchillo en mano con el fin de cortar la garganta del paladín.
  • ¡¡¡¡AHORA BROLAF!!!!
  • ¡¡¡DEVASTACIÓN DE TERRENO!!!
Inmediatamente desde la misma copa del árbol por el que había bajado aquel bandido con poderes mágicos calló Brolaf, cual bólido a toda velocidad y con un peso tremendo golpeó el suelo rocoso con su enorme hacha.
  • Carajo no de nuevo.
Ambos caballeros saltaron al momento del impacto que fue seguido por una avalancha de rocas y un tremendo terremoto que arrasó con el bandido de poderes mágicos. En ese momento el hechizo de las ataduras se rompió y quedaron libres. La pared de rocas y raíces de árboles siguió avanzando hasta donde estaba el líder de los bandidos, el suelo crujía y se cuarteaba retumbando por todo el bosque, cientos de aves huyeron del lugar. Al final aquel claro sin árboles que fuere su campo de batalla quedó convertido en un desastre sin forma,  rocas y raíces abultadas por todos lados, quedaron enormes y profundas zanjas en la tierra.
  • Júas júas júas, quizá me pasé un poquito.
Exclamó el gordinflón rascándose la cabeza mientras se reía.
  • Ni que lo digas, siempre que haces eso terminas llevándonos a nosotros de paso.
Reprochó Rohan mientras se ponía de pie luego de su caída al saltar y esquivar aquella avalancha.
  • Júas júas júas tranquilo no me reclames a mí pequeñajo, fue idea del capi.
Le respondió mientras se rascaba la barriga y señalaba a Klyde con el pulgar.
  • Claro claro, pero Klyde, ¿porque no podíamos simplemente atacarlos desde un principio y ya? Pudimos acabar fácilmente con ellos.
  • Bueno ahora sabemos que Dorcas se encuentra por estos lares, recuerda la misión Rohan.
  • Ajá si, la misión…
Respondió mientras se sacudía el polvo, no parecía importarle mucho la misión de la que su líder hablaba.
  • Vamos, debemos buscar los cuerpos.

E7: Buscado

En las afueras de Hidraltar. Se escuchó un golpeteo, alguien llamaba a la puerta.
  • ¡Guardia nacional!
Exclamó la voz de un hombre desde el exterior.
  • ¡Ya van!
Respondió la anciana con un grito mientras dejaba el bolso de piel sobre la cama.
  • ¿La guardia nacional? Que extraño, no suelen visitar las afueras de Hidraltar a no ser que busquen algo en específico.
Murmuró Astrid mientras terminaba de colocarme las vendas limpias en el brazo. Los golpes en la puerta se repitieron, esta vez con mayor fuerza.
  • ¡¡GUARDIA NACIONAL, ABRAN!!
  • ¡¡Ya van ya van, no tiene que golpear con tanta fuerza!!
Refunfuñó la anciana apresurándose a abrir la puerta.
  • ¡Un poco más y me tumba la casa!
  • Soy el comandante Kris Sanders, de la guardia nacional, tengo entendido que tienen a un forastero resguardado aquí, tengo órdenes de llevarlo a la alcaldía de inmediato.
Era un hombre ciertamente imponente, alto y de cabello rubio peinado hacia atrás, su cara denotaba mucha seriedad y se notaba que era algo engreído. Portaba una gran armadura plateada con decoraciones azules, en su brazo un listón azul con el escudo de la guardia nacional. A sus espaldas un par de soldados de armadura plateada que fungían como escolta.
  • Oigan no sé qué quiere ese alcalde bobo, pero no se pueden llevar al muchacho, está muy malherido y no está en condiciones de caminar o siquiera levantarse. Ese alcalde bobo siempre dando órdenes a todos, como si… blah blah blah…
Continuó refunfuñando la anciana mientras el comandante Sanders la ignoraba y entraba a la cabaña con decreto en mano, era un papiro con un montón de texto escrito con tinta negra, tenía el sello oficial de la guardia nacional, lo que le autorizaba a realizar una revisión minuciosa de cualquier casa con el fin de encontrar al forastero.
  • Oiga no puede entrar sin una…
Astrid no terminó la frase para cuando ya tenía el decreto oficial a centímetros de su cara. El comandante no se andaba con rodeos, desde el momento en el que puso un pié dentro de la casa no dejó de girar la cabeza a todos lados, viendo por cada rincón, buscando, analizando, se notaba que de verdad tenían apuro en cumplir su orden. Afuera la escolta se enfrentaba a la ira de la anciana, quien los reprendía como si se tratase de su sus nietos.
  • ¿Qué es lo que quiere el alcalde con el muchacho?
Cuestionó Astrid impidiéndole el paso a la habitación en la que me encontraba. La puerta estaba entreabierta así que podía ver y escuchar desde mi cama lo que sucedía.
  • Eso no es de su incumbencia señorita.
Intentó ignorarla y pasar a la habitación si su consentimiento.
  • Es mi casa, claro que es de mi incumbencia.
Se interpuso de nuevo entre la puerta y el comandante.
  • Esto es asunto de seguridad nacional, estoy autorizado para usar la fuerza si alguien intenta interferir en la misión jovencita.
Le lanzó una mirada engreída alzando el mentón y viéndola como alguien inferior.
  • Ustedes los de la guardia nacional se creen con el poder de juzgar a todos, mienten y engañan sirviendo a mentirosos y ladrones, solo les interesa su propio bienestar me dan asco.
Le respondió con una mirada retadora al comandante, claramente no le tenía miedo a su autoridad y no dejaría que hicieran lo que quisieran. El hombre cambió su rostro engreído a uno de fastidio.
  • No me dejas más opción mocosa, no digas que no te lo advertí.
Dio un paso atrás y puso su mano en el mango de su espada listo para desenfundarla. Astrid no se movió un centímetro, vio a los ojos al comandante quien claramente esperaba ver que la chica se acobardara y se quitara del camino. Ambos se quedaron paralizados unos segundos, en completo silencio, el ambiente era tenso.

E6: Pacto

Dravia, hace cinco años. Una noche oscura, la luna llena resplandecía en el cielo como un enorme farol que iluminaba el pueblo. Dravia se caracterizaba por tener pueblos sumidos en pobreza, y este no era la excepción, las chozas eran humildes, las calles de terracería y los tejados de paja. Sobre uno de estos un hombre alardeaba superioridad. Rió a modo de burla, y haciendo un gesto de desprecio con su mano derecha exclamó.
  •  Pequeño idiota, ¿de verdad crees que podrás hacer algo contra mí?... ¡YO POSEO EL PODER DE LOS DEMONIOS!
Señalando su rostro enmascarado soltó una risa burlesca. A su vez, su joven oponente se limitó a mantenerse en silencio, y desenfundando una pequeña daga oxidada, se dispuso a hacerse una pequeña herida en el antebrazo derecho. Tomó con su mano izquierda la sangre que chorreaba por la herida y con sus dos dedos ensangrentados dibujó algunos garabatos extraños en la frente de la máscara que portaba.
  • Con ésta sangre, forjo la unión…
Susurraba en voz baja.
  • ¡¡No creas que será tan sencillo jovencito!!
Advirtió el hombre, y en un abrir y cerrar de ojos su silueta había desaparecido, en su lugar una nube de polvo. El joven simplemente escuchó un zumbido de aire cortante a sus espaldas, no logró ni siquiera girar su rostro para cuando sintió las afiladas garras del sujeto cortándolo por la espalda, seguido de una poderosa patada giratoria que lo mandó a volar causando que se estrellara contra un muro cercano. Tan fuerte fue el golpe que dicho muro se vino abajo con el impacto, aplastando al pobre chico, una espesa nube de polvo se levantó con la destrucción, y el ruido despertó a muchas personas en el pueblo, se podía ver como las luces se encendían en las casas.
  • HAHAHA ¡¡PATÉTICO!! ¿Lo ves? ¡No eres nada más que basura!
Exclamó riendo el hombre. Luego de su insulto guardo silencio un momento y dirigió su atención a las luces de las casas.
  •  Mhh… parece que hemos armado mucho alboroto por aquí, bueno, no me gusta ser el centro de tanta atención chico, así que creo que te has salvado por esta ocasión.
Se dio la media vuelta y se dispuso a dar un salto al tejado más cercano.
  •  Tu…
Al escuchar esto, el hombre se detuvo repentinamente justo antes de saltar. La voz provenía desde la nube de polvo en la que el joven se encontraba.
  •  Eh?... HAH! vaya que eres tonto, acaso no…
¡El hombre no terminó su frase para cuando una especie de tentáculo oscuro salió desde la nube de polvo y lo sujetó del antebrazo izquierdo con una fuerza descomunal!
  •  ¡¡¡AAAHHH!!! ¿Pero qué rayos? ¡¿Qué es esto?!
El sujeto frunció el ceño de dolor, miró sorprendido aquel tentáculo que lo sujetaba con una fuerza tal que sentía que su brazo se iba a partir en dos.
  •  AAAAAAAHHHGGG!!!
Tiró con fuerza para liberarse pero era inútil. Desenfundó rápidamente su daga y sin pensarlo dos veces la alzó con fiereza preparándose para asestar un corte hacia aquel extraño tentáculo.
  •  ¡¡Es suficiente!!
Un destello seguido por un sonido metálico. El hombre abrió grandes sus ojos, su pupila se tornó pequeña, era un rostro de completo temor, miró como su daga se encontraba partida en dos y escuchó como los huesos de su brazo comenzaban a crujir.
  •  ¡¡¡Aaaaahhhgg!!!
Apoyó una rodilla en el suelo y bajó la mirada.
  •  Bien...Entonces pongámonos serios…
La máscara que portaba comenzó a emanar un aura de energía roja y la piel y garras del hombre se tornaron negras, dentro de las oscuras hendiduras de los ojos de la máscara se veían dos pequeños puntos rojos iluminados, eran sus pupilas que parecían estar en llamas.
  •  ¡¡¡VEN AQUÍ!!!
Exclamó con fuerza, su voz ahora era diferente, era un fuerte sonido gutural, era la voz de un demonio en persona. Tiró con fuerza del tentáculo que lo sujetaba, esta vez era una fuerza más allá de lo humano. Sorprendentemente parecía no ser suficiente, así que con su mano libre sujetó el tentáculo y apoyándose firmemente en el suelo tiró de el con todas sus fuerzas a la vez que daba un poderoso rugido. Finalmente de aquella nube de polvo comenzaba a salir una silueta.
  •  Te tengo...
Exclamó con seguridad el hombre, mientras preparaba y acumulaba energía demoniaca en su puño izquierdo para asestar un ataque mortal. Su sorpresa fue grande al ver que de aquella nube de polvo no emergía la figura del pequeño joven al que había derrotado antes, sino una silueta oscura y demoníaca que dibujaba en su rostro una psicótica sonrisa. El hombre se sorprendió por un segundo, pero aun así decidió continuar con su ataque.
  •  No me importa qué rayos seas, ¡¡CÓMETE ESTO BASTARDO!!
La energía oscura de su puño destelló con la fuerza de una potente llamarada, dirigiéndose directo al rostro de la criatura misteriosa. Fueron tan solo unos cuantos segundos, pero todo parecía en cámara lenta. Un destello rojo iluminó todo el combate y el sonido de un impacto fue claro.