Dravia, hace cinco años. Sollozaba mientras se secaba las
lágrimas, el joven de no más de doce años bañado en sangre caminaba por las
oscuras llanuras de Dravia saliendo del pueblo de donde se encontraba. Una mano
en su rostro enmascarado y la otra sujetaba la cabeza de su víctima por el
cabello, aun escurría y dejaba un rastro de sangre conforme avanzaba. Sus ropas
eran prácticamente harapos y caminaba descalzo, era de tez pálida y cabello
negro medianamente largo, una vez se alejó lo suficiente del pueblo se dejó
caer de rodillas y soltó la cabeza cercenada en el suelo. Siguió llorando en
esa posición mientras murmuraba.
- Yo… lo maté. En verdad, maté a un hombre, e-era una vida humana, n-no puede ser. ¿Por qué yo?...
Titubeó un poco.
- No…no, quizás estoy equivocado, no fui yo… Fue “eso”… Y qué más da, hice es justicia…no…
Hizo una pausa mientras levantaba la mirada y fijaba su
vista en el cielo, por los orificios de su máscara brotaban lágrimas y sus ojos
resplandecían como llamas incandescentes.
- NOSOTROS HICIMOS JUSTICIA
Su voz resonó a la par de una segunda y profunda voz
gutural mientras la luna contemplaba su agonía.
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